domingo, 10 de marzo de 2013



TENGO QUE SEGUIR


A veces me levanto con el hacha de la pena
para poder seguir y callar a tanto desprecio
yo que soy algo – un viento luchador seguro -
como la intransferible esperanza
con la familia del recuerdo,
con el corazón del hambre
hacia los horizontes indoblegables.

Tengo que seguir, ¡sin servirme del odio!,
y quizás nadie lo sepa, nadie,
por desvelar lo que no reconoce
protegido de la indiferencia;
tengo que seguir, y no todos los sueños son libres,
y no todos declaran el Sur por amor,
                                                            ¡Dios mío!,
y no todos cantan ya a la lluvia.

Pero, en fin, ayudaré a las nubes,
pero reconstruiré más besos,
pero desnudaré a las catedrales,
pero sosegaré a los muertos.

Porque tengo que seguir como un fuerte sentido
sin cansancios por excusa,
sin lágrimas – sin ellas – por perdición,
¡oh!,
sin reinos por dominio.

Como el deseo del crecer de unas rosas,
como una confianza que se da... a un pórtico,
como la  iluminación misma de la sangre.

Tengo que seguir para aprender el fin del naciente,
tengo que seguir para respetar a la vida.