miércoles, 29 de mayo de 2013


NO PUEDO YA


Penando estoy aquí, con pocos lloro,
arreglando palabras donde haría
anoche un viento fuerte y me latía
la espesa fuerza lenta de algún toro.

Figurando palabras, soñar de oro,
creyendo que por amor comprendería
alguien mi vida, sí, hoy ya más fría,
herida tras herida por los poros.

Y mi estado así, torpe sorbo de hueso
negro, que acabará con mi insistencia
de luchar; pues, no puedo, no,  no puedo.

¿Y a qué suprema soledad confeso
seré  - !oh tanto dolor! - de mi existencia
que el final pido por no ver el miedo?

domingo, 5 de mayo de 2013


DESORIENTACIÓN DE LA ESPERA


No, no quiero decir que digo llanto
sino al fin una luz ametrallada,
tal soledad amarga y desnortada,
cuánto dolor para morirse, ¡cuánto!

Vivo una sangre ávida de muerto,
arrastro el vértigo de estar perdido
rezando con las sombras del olvido
en las furias del beso y del desierto.

Ni ya quiero decir que espero, ¡nada!,
sino que muerdo con la voz, valiendo...
como lo hace una flor sola y desnuda.

¡Ay!, tanta dignidad me está vedada
tantísima mortalidad irguiendo
desde un ansia hacia otra, fría y muda –.

PUEDES

Como el mar puedes echarme
el agua desde tu sangre.

Como el Sol puedes decirme
los caminos que tú sigues.

Como el volcán florecerme
ayer, hoy, mañana y siempre.


LUCHANDO

Luchando a amor. Luchando
ni un abismo nos detiene.
Sed de amor nos empuja
paso a paso, y nos asciende.

Queriendo alzar la ternura
con dos fuerzas, frente a frente,
con dos bocas recordando
alientos que se comprenden.


SIEMPRE MUERO POR ALGO
(A Terenci Moix,
escrito el día de su muerte
)


Siempre muero por algo
aunque viva por todo
que llevo esta tristeza
con la alegría al hombro.

Siempre muero soñando
lo que perderé en poco
como perder viviendo
sin salir del asombro.

Siempre río muriendo
los desencantos hondos;
pero, hoy, tengo la vida
llorándotela a chorros.

viernes, 3 de mayo de 2013


CIEGO CAMINO


Me lo aprendí llorando con la pena
lo que uno es,  – ¡ay!, ya ves –, ciego camino,
caída por ya ser negro destino
condenándose más una condena.

Me lo aprendí a pasos con cadena,
a gritos en fulgor de azulmarino,
y retando también a un asesino
tragándome aún más la hiel de hiena.

Me lo aprendí con el silencio yerto,
con la noche de todo destrozado
en la mortal derivación de un muerto.

Y, ya, mi puño llora huracanado
por airar el seguir por un desierto
que no deja tu canto demorado.