EL MAR
TIENE QUE SER
El mar tiene
que ser de miradas que nos llevan,
tiene que ser
algo
de todo lo que
nos sucede...,
tiene que ser
algo dentro
que nos
imagina,
dulzura quizás
(por cuido) con su brisa suavísima
de amor.
El mar tiene
que ser
la cíclica
humildad también en donde se pre-enseña
(por agua vital)
mágicamente lo
desnudo de la muerte,
como una transustancia del
tiempo.
El mar tiene
que ser (sólo ser) algo nuestro,
voz de llama
con sangre,
voz
a través de la
panteísta luz
y derivamente
la libertad, la
esperanza.
El mar tiene
que ser
lo que nos
acerca.
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