domingo, 5 de mayo de 2013


DESORIENTACIÓN DE LA ESPERA


No, no quiero decir que digo llanto
sino al fin una luz ametrallada,
tal soledad amarga y desnortada,
cuánto dolor para morirse, ¡cuánto!

Vivo una sangre ávida de muerto,
arrastro el vértigo de estar perdido
rezando con las sombras del olvido
en las furias del beso y del desierto.

Ni ya quiero decir que espero, ¡nada!,
sino que muerdo con la voz, valiendo...
como lo hace una flor sola y desnuda.

¡Ay!, tanta dignidad me está vedada
tantísima mortalidad irguiendo
desde un ansia hacia otra, fría y muda –.

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