miércoles, 31 de julio de 2013

¡DÉJENLE EN PAZ!


Déjenle en paz al llanto endurecido,
déjenle en paz, ¡oh!, en su total desierto,
porque -decid- a quién estorba un muerto
de ansias arrinconadas con olvido.

Fiero valor que el Sino ya ha podido
ganar en tanto sufrimiento abierto;
pero, con eso, a quién estorba un muerto
de guía celestial empobrecido.

Déjenle, en el caer del sueño alado,
déjenle, a cenizal mal enterrado
como lo entierra un día alguna suerte.

Déjenle, y en su banal o agrio veneno
esté, como un dolor clavado al cieno,
mirando en la esperanza de su muerte.

1 comentario:

  1. Amigo, tus poemas me gustan y duelen porque tienen tanta verdad. Y lo que más duele es que no todas las personas lo entienden o no lo quieren entender. Te mando un abrazo desde la ciudad de México.

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